Vestir “como Dios manda” a una candelaria y choricero requiere experiencia, tiempo, mimo y gracia.
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Hoy en día, las ropas se guardan de un año para otro en los viejos arcones familiares con todos los cuidados necesarios para conservar bien los tejidos. Son tesoros que nos hablan de un arte textil ya casi desaparecido: fibras y tintes naturales, bordados artesanales, diseños y formas arquetípicas… elaborados con la infinita sabiduría y el buen gusto de la tradición popular. Sólo las mujeres de Candelario poseen el saber necesario para reconocer y valorar completamente la riqueza artística de este patrimonio íntimo y discreto.
El traje de candelaria es muy original y consta de numerosas piezas, así que el ritual comienza sacando cada una de las prendas que componen el traje y disponiéndolas con cuidado sobre una mesa o cama. Se inicia entonces el trabajo de vestir a la candelaria, que durará entre una y dos horas.
La ropa interior consta de una enagua blanca con puntilla y jaretas estrechas que se ata a la cintura, unas calcetas de lana o algodón que pueden sujetarse con ligas, y a veces una camiseta.
Después se coloca la corbata, una pieza de raso que cubre el pecho, cruzando el lado derecho sobre el izquierdo. Y sobre ella, el jubón negro de terciopelo; éste suele llevar bordadas flores de colores y se ciñe al talle con una cinta ancha, de color verde, que debe quedar bien dispuesta formando un bonito enrejao. Dicen las mujeres que es importante que el jubón se ajuste, pero que no debe oprimir demasiado. Además, cada manga del jubón lleva seis botones de plata y filigrana con muletilla.Sobre las enaguas se pone un guardapiés de paño rojo muy tupido y tableado, que da calor y volumen. Lleva cogido con imperdibles seis grandes pliegues o candilejas que harán que el manteo siente mejor. También se puede colocar una morcilla alrededor de la cintura, sobre el jubón, para dar más anchura a la cadera antes de poner el guardapiés.
Seguidamente se hace un alto en el vestido y se pasa a peinar. El pelo debe ser muy largo para poder hacer bien el original peinado de las candelarias.
Primero se divide el pelo en tres partes: la de atrás, que sube y se ata para formar el tronco; luego las dos laterales, que se peinan formando unas cocas que cubren las orejas y suben después al tronco o raíz. Entonces se hace una trenza que se dispone cubriendo la moña, un postizo hecho con una armadura de alambre que va forrada con guata o algodón y una tela negra.Este postizo ayuda a formar el peculiar y largo moño, llamado picaporte, que debe colocarse inclinado hacia delante.
Todo el peinado tiene que quedar bien sujeto con horquillas y cintas.Después vienen los manteos. Para la boda se usa el manteo fino, hecho en lana con dos tonos. Está confeccionado con varias piezas porque no da el ancho de la tela: la parte superior se llama árbol y la de abajo alrededor; luego lleva dos laterales, las cambas. Tiene forma de capa, y los lados abiertos, las puertas, hay que colocarlos montando el izquierdo sobre el derecho. Por abajo está rematado con una cinta de terciopelo negro de unos ocho o diez centímetros que se llama tirana.
Sobre el manteo se coloca la faltriquera, un precioso bolsillo de terciopelo bordado con abalorios, lentejuelas, agremanes… en el que se guardaba el pañuelo, el dinero y el rosario. Y por último, se decora la parte delantera del manteo con un lazo de colores.
Los pies se vestían con zapatos negros de charol repulgados con terciopelo también negro y adornados con un lazo de moaré llamado majuela.
Se vuelve en este punto a la parte alta del traje y se coloca el serenero, que solía ser amarillo para las solteras y verde para las casadas y viudas. La unión de los dos picos del serenero se adorna con un alfiler.
Sobre el moño se sujeta una cinta de encaje negro, rematada con puntilla y lentejuelas, que cae elegantemente por la espalda. Y para adornarse aún más, las candelarias se colocan después sus mejores joyas: gargantillas de filigrana; pendientes de aljófar, de rosa, de calabacilla, de brillantes…; anillos de oro y plata sobredorada; abanicos y sombrillas.
Para ir a misa se cubre la cabeza con un pañuelo de seda y encima se coloca la mantilla negra (antes ha de quitarse la cinta del moño y el serenero).
- El traje de choricero, más sencillo pero tan elegante como el de candelaria, consta de las siguientes piezas.
Una camisa de hilo o lienzo con cuello de tirilla. Cubriendo la camisa se coloca un chaleco negro, de terciopelo o felpa, con bolsillos y botones (era tradicional llevar un reloj colgado de un ojal). Y encima una chaqueta de la misma tela que el calzón y el chaleco.
Como pantalón, el choricero viste un calzón hasta un poco más abajo de las rodillas, abierto a los lados y atado con unos cordones que terminan en borlas. También cierran las aberturas laterales unos botones.
Para completar esta vestimenta se ciñe en la cintura una faja roja, se cubren los zapatos con polainas de botones laterales, y se coloca sobre la cabeza un peculiar sombrero negro. Otros elementos del traje son la elegantísima capa negra de paño grueso y las tradicionales alforjas que llevaban los choriceros que vendían su embutido en las capitales.