La casa chacinera es una forma muy particular de arquitectura tradicional que encontramos en la localidad de Candelario.
Se trata de una edificación que combina dos usos principales bajo el mismo techo: vivienda y fábrica de embutidos. La matanza se realizaba en la calle y en el picadero se procedía al picado de la carne, el adobo y el embutido en tripa para hacer los chorizos.
El museo de la casa chacinera…
descubre los secretos mas importantes que hicieron del chorizo del Candelario el más codiciado del país, hasta el punto de llegar a convertirse en el s. XVIII en producto muy apreciado en Madrid, principalmente en la Casa Real.
La vista al Museo supone realizar un viaje en el tiempo hasta 1920: al recorrer sus estancias nos sorprenderán sus particulares habitantes mostrándonos en primera persona las vicisitudes más destacadas que tenían lugar en Candelario entorno a la matanza. Y desde ese pasado industrioso rastrearemos sus huellas en el tiempo presente transitando por las calles de Candelario y paseando por la Sierra y la Comarca, a fin de descubrir en su conjunto el legado natural y cultural conservado.
La casa, a la que nos referimos como popular, tradicional o rural es “popular” por ser de fábrica humilde, referida al origen y hábitat de sus moradores. Por “tradicional” entendemos que alude a la herencia y la querencia, lo de siempre, lo repetido, lo de toda la vida. Y “rural”, por su ubicación en un medio concreto, diferente al urbano, en el que la dedicación es siempre agroganadera. Permítasenos entonces que utilicemos tales adjetivos indistintamente, pues aunque diferentes en sus conceptos, aquí se complementan.
Batipuerta de entrada.
Muy pronto el paseante que se disponga a iniciar el ascenso por el entramado de las calles de Candelario percibirá que la vivienda se constituye en bloque, desarrollada en altura, en forma compacta; se trata de una unidad que reúne todas las dependencias necesarias para la vida y el trabajo de sus moradores. Lo que los interesados por estos temas determinamos como “la casa”.
Pero también descubrirá que dentro de una tipología de rasgos comunes, bien reconocibles, existen variedades y diferenciaciones relacionadas en la mayoría de las ocasiones con el nivel económico y, en el específico caso de esta localidad, con la especial dedicación de sus propietarios. Y es que como muchos ya sabrán, Candelario tuvo una histórica vocación chacinera propiciada por sus idóneas condiciones climáticas para la producción y el curado de los embutidos y chacinas.
De aquí que podamos hablar de la típica casa matancera, como una de las más peculiares de la localidad, no exclusiva de ella, pero muy frecuente en su época, ocupando gran parte de su caserío.
Uno de los elementos más curiosos y fácilmente reconocibles de la casa, que llega a singularizarla, es la batipuerta que protege su acceso desde el exterior. Con ese nombre nos referimos a la media puerta que antecede y protege a la propia de la vivienda. De madera y con un remate superior variable en su diseño parece reunir diferentes funciones, referidas a este interesado, por los más mayores del lugar, en el trabajo de campo llevado a cabo a lo largo de los años.
- Para unos defendía la casa de los rigores climáticos fundamentados en forma de las frecuentes nevadas que se acumulaban en calles y accesos
- Para otros permitían el airear la vivienda sin temor a que entraran algunas ganaderías de las que merodeaban frecuentemente por las calles de la localidad
- Para muchos, formaban parte del quehacer cotidiano de la casa, permitiendo que desde el interior de la misma, desde el portal, el matarife, pudiera asestar a las reses el golpe definitivo que pusiera fin a su vida e iniciara el proceso de la matanza. De hecho, en algunas de ellas podrá ver una curiosa anilla de hierro y algún gancho, del mismo material por el que se hacía pasar la cuerda que sujetaba a la res, para tirar desde su interior y acercarla hasta la batipuerta, facilitando así el trabajo del sacrificio sin temor a golpes, cornadas o dentelladas.
El exterior de la casa aporta solidez en su visión a lo que ayuda el que se utilicen sillares de granito, perfectamente escuadrados en jambas y dinteles y otras partes nobles de la edificación, quedando el resto encalado en blanco. Suele desarrollarse en tres alturas, planta baja, primera planta y desván, pudiendo aparecer una tercera. En cualquier caso, la última presenta una balconada corrida a modo de solana.
Es frecuente percibir cierta simetría frontal, organizada por el acceso en forma de puerta central y dos ventanas enrejadas de la planta baja, balcón centrado en la primera, con ventanas laterales y el corredor o balconada superior. También es frecuente la aparición de paredes cubiertas de tejas que protegen los muros orientados al norte y al oeste de los embates de las tormentas y las precipitaciones. Se trata de los denominados “hostigos” y constituyen imagen frecuente y muy plástica que confiere singularidad a las edificaciones.
El picadero
Tras la breve descripción exterior, refirámonos a su interior. La planta baja recoge un amplio portal al que se accede, tras cruzar la regadera, por la ya mencionada batipuerta. A él se abre una habitación, el “picadero”, donde se llevaba a cabo la matanza o mondongo y las labores de embutido de la chacina. El agua inmediata de las regaderas servía para las labores de limpieza de tal dedicación. Puede ser buen momento éste para mencionar que la matanza tradicional incluía el sacrificio del cerdo y el de una res, tras el que se mezclaban en distintas proporciones sus carnes con objeto de obtener la idónea calidad de los embutidos.
Todavía hoy es posible reconocer colgada de la viga central del picadero la antigua soga o la verga que sostenía el cadáver del animal para su despiece. Del portal puede partir un acceso al corral trasero, si lo hubiera, y siempre una empinada escalera que parte hacia el primer piso. Su factura es de madera, al igual que las tablazones del suelo y la estructura del edificio. La abundancia de tal material en las proximidades favorecía su uso, pudiendo optar por elegir grosores y tamaños adecuados para la viguería de las distintas partes del edificio.
En el primer piso se ubica la sala, espacio abierto a la fachada de la casa por un balcón central que le aporta iluminación y ventilación. Frecuentemente, dos alcobas interiores se abren a esta habitación, separadas de la misma tan sólo por una cortina, reuniendo como único ajuar una cama de madera o hierro. Desde esta planta surge otro tramo de escaleras que asciende hasta el segundo piso donde se ubica la cocina, que también puede ocupar la parte interior de la planta primera. Esta trascendental habitación, quizá la de uso más frecuente, suele ser amplia, dotada de hogar bajo y enlosado de piedra, con trashoguero, cenicero, entremijo, una cántara para el consumo de agua y algún vasar o sencilla alhacena o incluso una pequeña despensa.
Como peculiaridad comentaremos que no posee la tradicional chimenea de campana, presentando un techo o cubrición de rejilla o “sequero”, por el que el humo se escapaba directamente al “desván” donde el embutido alcanzaba excelente curación. En esa última planta se abre una solana y un complejo sistema de ventanas practicables que facilitaba, junto al sequero y humero, idónea aireación para el secado y conservación de los productos perecederos. El tejado nunca presentaba chimeneas, dado que el humo escapaba por entre las tejas o, a lo sumo, por una teja levantada o un cántaro roto. Esta imagen aún es perceptible al asomarse a alguno de los miradores que permiten obtener una imagen cenital de la localidad, percibiendo tan sólo la presencia, en las cubiertas, de chimeneas de nueva creación.
El desván, al tener que recoger el producto de la matanza, adquiere notable desarrollo en algunas edificaciones, pudiendo alcanzar dos o tres alturas en un interior diáfano dotado de un complejo sistema de varales de los que colgar la chacina hasta su retirada para la venta. Con esta estancia se completaría el desarrollo de la casa de Candelario que con pequeñas variaciones puede encontrarse, con idéntica estructura, en otros pueblos de esta comarca.
Conocemos el museo.
Fotos de la Casa chacinera de Candelario